jueves, 10 de mayo de 2012

Editorial







Tapabocas para habladores: nos creímos únicos y ya había revistas en escena, preferibles, de mejor factura. Ridículos, nos espantamos ante la posibilidad de la fama, onanismo vocacional dividido en trimestres. Sobrevaluamos la pertinencia de publicar y ser publicado, sin remedio ni fortuna. Tirabuzón para callados: éste es el segundo número.
El destino de un libro es impredecible, de una revista, de la vida misma. Iniciada la empresa de Albedrío, no imaginamos cuán complicado resultaría concretar un segundo número. Lo importante no es llegar, sino mantenerse, reza el adagio popular, y la verdad es que nosotros arribamos al primer número sin tener claro el segundo puerto o si la nave se hundiría apenas elevada el ancla. Sin embargo, sobre cubierta hallamos de pronto nuevos textos y en la red, como de viva voz, nos hicieron visibles los errores, ironizaron acerca de nuestra ¿valentía?, ya en el principio nos recordaron que Albedrío pasaría sin pena ni gloria y no ha faltado tampoco quienes desde la orilla han preguntado por un segundo número.
A todos los que han compartido su opinión y sus colaboraciones les agradecemos el tiempo que se tomaron, este ejemplar es producto de ese diálogo. Otra vez atracamos en puerto.
Los trabajos en este número, además de constituir en cada caso una propuesta, pretenden provocar la dialéctica de la creación y del ejercicio de la crítica. Entre ellos, Julio de la Portilla, estudiante de la hermana carrera de filosofía, amplía los horizontes de la revista y nos invita a sus terrenos con una disertación sobre Spinoza y su concepto de Dios. La desesperanza en la poesía de Vallejo es analizada por nuestro compañero de aulas Aliosha Lailson en su breve artículo "¿Qué pasó con la esperanza?". El autodidacta Ramón Ciotti aplica los conceptos de Carl Jung sobre la madre al relato de una escritora mexicana publicado en París en 1910.
En cuanto a la creación, la poesía y los cuentos son tan variados como los rostros de sus creadores, sus voces ya presentan rasgos de una tonalidad propia, acaso inconfundible, que nos satisface colocar sobre la mesa.
La polémica en torno a la legalización de la marihuana continúa en este número con las transparentes, y no menos juiciosas, consideraciones de abstemio Sánchez, de la Universidad de Ecatepec; dicho sea de paso, ese tal Olibachas -pinche, hay que decirlo- ahora no sólo opina sobre la yerba, sino que también dirige la impertinencia de su crítica contra integrantes de la izquierda. El lúcido Rui Caverta, de Acatlán, indaga en su reseña los aspectos mínimos relevantes de la traducción de la poesía china.
Estas páginas, por demás oscuras, se iluminan con la presencia de la profesora Claudia Kerik Rotenberg, a quien agradecemos las facilidades concedidas para la entrevista.
Sin mayores dilaciones, entregamos este segundo ejemplar en espera de que, aun si les agrada o no, en todo caso se sientan aludidos para participar con nosotros en un desde ya farragoso tercer número y nos permitan conjurar el sino de una piedra a cuyo peso, por desgracia, todavía no nos hemos acostumbrado.
Una vez más zarpamos sin mapa, sin brújula, sin justificaciones ni explicaciones, ya se verá, pero hemos zarpado por el gusto de viajar; "preciso es navegar, vivir no es preciso", nos avisa de lejos Bernardo Soares. Esperamos que les sea llevadera l travesía a bordo de este Albedrío.